Opinión

Solo importa el aquí y el ahora

Las elecciones vascas (han pasado tres semanas y ya nadie se acuerda de ellas) se saldaron con más nacionalismo y más izquierda, además de con una sólida estabilidad de gobierno allí y ningún riesgo para la legislatura española. Los comicios catalanes del pasado domingo, sin embargo, han arrojado un resultado muy diferente. Pese al inapelable triunfo del PSC, se ha producido un ascenso notable del voto de derechas y del voto no soberanista, no están claros los apoyos con que cuenta el socialista Salvador Illa para llegar al Palau de la Generalitat, tampoco si conseguirá hacerlo, y Carles Puigdemont sigue empeñado en ser “restituido” como president, pese a no tener mayoría para lograrlo. Mientras, ERC ha quedado noqueada y sin saber qué camino tomar.

Las consecuencias que la suma de todos estos factores, y alguno más, puede tener para la estabilidad del Gobierno de Pedro Sánchez son de tal calibre que podrían incluso llevarse por delante la legislatura. Se sabe, por lo que ha trascendido, que Sánchez “está feliz” con el resultado, porque las elecciones han sido como un soplo de aire fresco para él, al venir a darle la razón en su política de apaciguamiento. La amnistía, de hecho, no ha estado en la campaña ni siquiera por parte del PP. Queda por ver si ese “respaldo” a la admitida y polémica estrategia de hacer de la necesidad virtud se dará también en los comicios europeos del 9 de junio o si en estos se reflejará el malestar de parte del electorado socialista por la concesión de medidas de gracia al expresident huido. El PP, ya lo adelantó Núñez Feijóo, incidirá sin descanso, esta vez sí, en ese punto.

No obstante, los sondeos para las elecciones al Parlamento Europeo ya no marcan tanta distancia a favor de los populares como hace unos meses y hay quien se ha atrevido a decir (el exgurú de Sánchez, Iván Redondo) que las ganarán los socialistas. Suponiendo que las europeas no le fueran mal al PSOE, o incluso le fueran bien, nada, salvo conservar el apoyo de Junts y ERC, garantiza la estabilidad de una legislatura que parece, a todas luces, muy difícil de sostener.

La reacción impasible de Sánchez ante ese incierto panorama hace pensar que, tras pasar cinco días meditando, el presidente ha entrado en modo zen: solo le importa el aquí y el ahora. El pasado, pasado está, y el futuro es fantasía. Algunos relevantes analistas conservadores le auguran, sin embargo, un devenir terrorífico. Aquí y ahora, en este momento y en este país, hay una campaña electoral, que aparcará seguramente las negociaciones para la investidura de Illa, aunque no las de la Mesa del Parlament, que alguna pista darán de por dónde pueden ir las cosas. Y después, en la quimera del futuro, ¿quién sabe? Porque, ¿a qué se refiere Puigdemont cuando amenaza con dejar caer el Gobierno de Sánchez? ¿A apoyar una moción de censura del PP? ¿A forzar un adelanto electoral, cuya convocatoria solo depende de la capacidad de resistencia del presidente?

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